Fuga de Transmisiones

En los primeros días de la guerra civil de 1936, el Regimiento de Transmisiones de El Pardo se encontraba acuartelado. Al mando del Coronel D. Juan Carrascosa Reveillant, prudentemente se esperó la evolución de los acontecimientos.

nte el desenlace de las acciones del Parque de Artillería y el Cuartel de la Montaña y viendo que no se disponía de armas automáticas, el día 20 de Julio tomó la decisión de abandonar el Acuartelamiento y unirse a las tropas de Franco en las proximidades de Segovia.

Emulando a los Zapadores al inicio de la Guerra de la Independencia, el Coronel mandó recoger el Estandarte, documentación y armamento y munición, y tras autorizar la permanencia de aquellos  que por sus convicciones lo prefirieran, partieron en la madrugada del día 21 unos 300 hombres , mandos y tropa, en 20 camiones y varios vehículos ligeros.

Para evitar un enfrentamiento directo con las milicias que ya se encontraban armadas y desplegadas en los cruces importantes fingieron ir “…al encuentro del enemigo…”, estratagema que salió bien no sólo por el rodeo que dieron, si no por la fortuna que les facilitó el santo y seña de aquél día. Tras rebasar el Goloso, Colmenar y Torrelodones, se llegó al puerto de Navacerrada, consiguiendo pasarlo sin enfrentamientos gracias al mismo engaño. Llegaron a las inmediaciones de La Granja (Segovia) a medio día, provocando la sorpresa y alegría de las Tropas de esa guarnición. Mientras, en Madrid se detectaba la fuga del Regimiento, causando la ira y estupor entre los Republicanos.
Pero no fe alegría para todos, entre El Goloso y Colmenar un camión quedó averiado, decidiendo el Capitán Salas que un oficial regresara al Acuartelamiento para proveer otro vehículo. El Teniente Sánchez Aguiló, aprovechando la confusión inicial, consiguió hacerse con otro camión y continuaron el camino hacia Segovia, pero la alerta ya había sido transmitida, el control de los milicianos era cada vez mayor, al llegar a Colmenar Viejo optaron por el camino del embalse del Manzanares, se atrincheraron un monte llamado Cabeza de Illescas donde pasaron la noche mientras comprobaban que eran rodeados por fuerzas de milicianos. Al amanecer comenzaron los combates, siendo muertos o heridos la casi totalidad de los hombres, finalmente los supervivientes fueron hechos prisioneros. Sin saberlo, el Capitán Salas y sus oficiales habían impedido la ocupación del Alto de los Leones ya que la demora en el avance de la columna de milicianos permitió a las tropas del Coronel Serrador establecerse con antelación en ese estratégico paso. Al capitán D. RICARDO SALAS GABARRET le fue concedida, a título póstumo, la Medalla Militar Individual.